Ha llegado la época más y menos esperada por todo aquel que forme parte del mundo laboral. Con la Navidad, llegan las cenas de empresa y a más de uno se le va la cabeza. ¿Ir o no ir? ¿Merece la pena o me puedo cargar un año completo de trabajo en apenas unas horas? Supongo que todo dependerá de la perspectiva con la que lo mires.
Si algo está claro es que en las cenas de empresa siempre hay ciertos tipos de persona cuyos comportamientos se repiten en cualquier situación. Y, desde luego, ninguno de estos personajes se salva de dar la nota durante esta (siempre) inolvidable velada.
Cenas, karaokes, discotecas, copas… ¿Eres de los que te apuntas sin pensarlo o prefieres ahorrarte el mal trago de todo lo que pueda salir mal?
Tipos de personas en una cena de empresa
Te lleves bien o mal con tus compañeros de trabajo, si finalmente decides asistir a la cena de Navidad de tu empresa debes tener muy claro que te encontrarás con los míticos personajes:
- Workalcoholic: El que parece que sigue en la oficina y no para de hablar continuamente sobre temas que faltan por cerrar, cómo poder desarrollar el siguiente proyecto… Ah, y no solo eso, sino que es capaz de ponerse a trabajar en la propia cena de empresa.
- Graciosillo: El que en la oficina no dice ni mu, pero llega la cena y no para de intentar hacerse el gracioso con chistes que pasaron de moda hace mil años.
- Pelota: No puede faltar el que a pesar de estar fuera del horario laboral va a seguir haciendo la pelota a los jefes a muerte. No importa donde ni cuando, siempre lo verás ahí.
- Cantante frustrado: Ley de vida, haya o no haya karaoke en la cena siempre habrá alguien que se anime con unos cantes que, por supuesto, nadie le ha pedido.
- Bailarín: Al igual que con el cantante nos encontramos con el que al principio de la noche dice que no sabe bailar, pero después se tira 4 horas non-stop subido a la tarima de la pista de baile. En lo del par de días de baja post cena suelen ser bastante expertos.
- Baboso: Siempre habrá alguien que piense que es súper buena idea tirar la caña a un compañero o compañera de trabajo, y que pretenda convertir la cena de empresa en una cita a ciegas para dos.
Anécdotas en las cenas de empresa
Está claro que todas las cenas de empresa tienen un gran peligro, y este empieza después de la cena. Podríamos decir que una cena sin al menos una anécdota no ha sido una cena de empresa en condiciones.
Circulan miles de anécdotas por Internet en las que seguro que más de uno de los personajes que he mencionado antes estaban presentes. Dejo algunas por aquí:
Juan, 29 años, consultor:
«Esta historia siempre será un misterio. En el edificio donde trabajamos tenemos un expositor en la planta baja. Al día siguiente de las copas de empresa la señora de la limpieza se encontró un tanga allí colgado. Nunca se ha descubierto a la dueña o el dueño».
Inés, 38 años, administrativa:
“Éramos 30 y habíamos concretado el menú con dos semanas de antelación en un restaurante. Llamamos un día antes para avisar de la baja de varias personas, pero no pudimos hablar con ellos. Pensamos que se debía a que estarían liados por las fechas que eran. Cuando nos presentamos el día de la cena, el restaurante había cerrado y no nos habían avisado. Terminamos cenando en un Burger King porque fue imposible encontrar ningún otro sitio”.
Santiago, 39 años, informático:
“Un compañero se lió en dos cenas de Navidad distintas con dos compañeras. Este año estamos esperando a ver con quién se lía… Por cierto, el tipo tiene novia”
María, 30 años, diseñadora:
«Sin duda, eran las dos personas que peor se llevaban de la empresa. Siempre estaban peleándose, en plan competitivo. Creaban un ambiente raro a su alrededor. Y el día de la cena de Navidad, se sientan juntos en la mesa, se van juntos y… después de dos años, siguen juntos».
Pedro, 41 años, agente inmobiliario:
“Me fui de cena de empresa la noche de un viernes. Bebí más de la cuenta, pasando el punto de no retorno. Cuando me levanté a la mañana siguiente, tenía un mensaje de WhatsApp de mi mejor compañero de curro: ‘¡Uf, la que liamos! ¿Estás bien?’. Respondí: ‘Sí. Pero, ¿qué pasó?’. Me dijo con un emoticono de risa tronchante: ‘Ni idea. Suerte’. Decidí que no quería saber lo que pasó. Y así sigo. Gracias, Juan, por no contármelo”.
Álvaro, 30 años, ejecutivo de cuentas:
“Soy diabético. Por eso me cuido mucho, pero en una cena de empresa perdí un poco el control. Hasta el punto de que se me olvidó pincharme insulina; no me acordaba de nada. A la mañana siguiente fui directo al hospital con hiperglucemia y me pasé una semana sin ir a trabajar. No bebo nunca, pero me convertí en el borracho de la empresa”.
¿Con cuál os quedáis? Yo solo sé que después de leer esto quizás más de uno recula y se queda en casa tranquilamente… ¿Ir o no ir a la cena de empresa? Esa es la cuestión…
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