Los secretos son vocecitas que te hablan en el alma. Algunos son oscuros y siniestros, retorcidos y anclados con fuertes raíces en el pasado, secretos que germinan y se proyectan al futuro. Pero hay secretos luminosos, como pequeñas luciérnagas atesoradas en las manos de un niño.
Secretos
Secretos delicados y cálidos, como el agua de mar que te besa los pies en la playa un día de verano. Hay secretos que te hacen sonreír y te ilusionan como cuando eras pequeño y abrías los regalos la mañana de Navidad, secretos sorprendentes que te hacen abrir mucho los ojos ante algo nuevo.
Hay secretos escritos en libretas negras, secretos de Caja B, de trama y papeles con siglas y cantidades, secretos con símbolo de dólar o de euro, custodiados en cajas de seguridad en paraísos fiscales. Pero hay secretos dulces como un beso robado con el sabor de los primeros encuentros, secretos que saben a vino y queso y tiempo compartido, a cama deshecha y piernas entrelazadas, a sábanas blancas y a tiempo detenido.
Hay secretos de Estado y otros que no lo son pero lo parecen, como la edad de una tonadillera o el peso de tu madre, secretos de lujuria y secretos de codicia, secretos secretosos en lugares secretos. Y también hay secretos que te vuelan el alma cuando los piensas, que te hacen más bonitos incluso los días de invierno, que te dan calor por dentro como la llama de una cerilla, secretos que te lamen las paredes del corazón, que te ponen a temblar las piernas, secretos que te excitan y te erizan los pezones. Secretos muy secretos.
Hay secretos de empresa en expediente codificado. Hay pequeños secretos que se alojan en tu vientre y se convierten en bebés nueve meses después, secretos que durante un tiempo son solo tuyos, pequeños píxeles en una ecografía a los que ya amas como acto de fe y declaración de vida, secretos que pronto darán pataditas e impondrán su presencia y cambiarán tu vida.
Hay secretos en diarios con candadito y tinta rosada, con corazones pintados con glitter y purpurina, en cuadernos de adolescente con lágrimas derramadas. Hay secretos de mujer, de anciano, de político, patentes secretas, secretos de confesión. Hay secretos de amor, de odio, del alma, de familia. Hay secretos en espiral que te envuelven en su trama y no te sueltan. Hay secretos de miel y sol, de luz y estrellas, secretos que te gusta paladear como si fueran un caramelo. Hay secretos esquivos como amantes furtivos, secretos desvelados y secretos traicionados.
Hay nombres que se dicen en secreto y se piensan aún con más secreto, lugares secretos y rutinas secretas, planes secretos, escapadas secretas, secretos bellos y hermosos que te estremecen en secreto.
Porque secretos tenemos todos, y de ti depende elegir qué secreto quieres. Pero no me lo digas. Es un secreto.
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Pilar Benítez, mujer todoterreno
Traductora jurada y amante del poder de la palabra
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