A veces tenemos la sensación de que no conseguimos ninguno de los objetivos que nos proponemos. Como si alguien nos pusiera la zancadilla, como si cuando estuviéramos a punto de conseguir lo que queremos, algo lo impidiera. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Has pensado que el problema puedes ser tú? El autosabotaje es más común de lo que creemos y la principal causa para no conseguir lo que nos proponemos.
Cuando decidimos mejorar algo en nuestra vida, sea a nivel personal o profesional, lo más normal es que plateemos una estrategia para conseguir los objetivos. Solemos tener en cuenta los factores externos que debemos cambiar para conseguir aquello que nos proponemos, pero lo más habitual es que dejemos de lado los factores internos, es decir, qué tenemos que cambiar en nosotros mismos para poder lograrlo. Puede que decidamos ampliar nuestros conocimientos, apuntarnos a algún curso o inscribirnos a un master, conseguir los contactos adecuados, pero… ¿qué hay de nuestras emociones? La forma en la que sentimos y percibimos el mundo es crucial para poder lograr nuestros objetivos y curiosamente es un detalle que todos solemos pasar por alto.
Por eso, cuando no conseguimos lo que queremos lo más normal es lo atribuyamos a causas ajenas a nosotros, ha sido suerte, el azar, el destino… pero no, no olvidemos que nosotros somos los responsables de lo que nos sucede la mayor parte de las veces.
Qué es el autosabotaje
El autosabotaje se basa en que, de forma inconsciente, sumamos elementos que nos impiden lograr aquello que estamos queriendo conseguir.
Cuando nos hacemos nuevos propósitos es necesario cambiar, y el cambio, mucha veces nos asusta, implica salir de nuestra zona de confort, acabar con nuestras rutinas y lanzarnos a la incertidumbre. Eso genera miedo, y el miedo es la principal causa de autosabotaje.
¿No consigues nunca lo que te propones? ¿Crees que te estás impidiendo avanzar? ¿Tienes miedo de que las cosas cambien? Si tus respuestas son afirmativas, es posible que te estés saboteando a ti mismo.
Cómo nos autosaboteamos
Existen muchas maneras de evitar cumplir nuestras propias metas. Aquí van algunas de ellas, en las que quizás te reconozcas:
Nunca acabas las cosas
Una de las formas de autosabotaje más comunes es no acabar con las tareas que debemos realizar para conseguir lo que queremos. Dejamos el trabajo a medias y saltamos de una tarea a otra, nos dispersamos. Los motivos ocultos tras esto pueden ser sencillos: tenemos miedo de equivocarnos, de hacer las cosas mal, de no estar a la altura.
Aplazas lo que tienes que hacer, eres un procastinador
En línea con lo anterior, es muy común que aplacemos nuestro trabajo para el último minuto, de este modo, si algo sale mal siempre podremos excusarnos en que es porque no hemos tenido el tiempo suficiente para hacerlo.
Buscas la perfección en todo lo que haces
El síndrome del perfeccionista es un gran motivo de autosabotaje. Cuando queremos que todo esté perfecto encontraremos las razones suficientes para no dar un trabajo nunca por terminado.
Lo que subyace debajo es miedo a no estar a la altura, a ser unos fracasados. La realidad es que no he conocido a ningún ser humano que sea perfecto. Así que… ¡ahí queda dicho!
Te pones excusas
Ahora no tengo tiempo, cuando termine esto me pongo, tengo que ir a hacer la compra, no estoy preparado… la lista de justificaciones para no cumplir los objetivos fijados es infinita si lo que tenemos en realidad en miedo a cumplirlos.
¿Por qué nos autosaboteamos?
La razón es sencilla, responde a cierto miedo al éxito y baja autoestima. La creencia de que no somos capaces de hacer algo y de que, en caso de que lo consigamos no lo podremos mantener. La raíz: el miedo.
Pero el primer paso para superarlo es ser consciente de ello. Así que ya sabes, admite tu miedo y arriésgate: debemos creer más en nosotros mismos porque, al final, todo depende de lo que nos contamos a nosotros mismo; como decía Henry Ford, «tanto si cree que puede lograrlo como si no, tiene usted razón».
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