Hay mujeres que son un ejemplo para las demás por su vida, por su éxito y por sus acciones, y podemos considerar que Madan C.J. Walker es una de ellas. Es considerada por muchos la primera mujer afroamericana en hacerse millonaria en Estados Unidos por sus méritos. Conoce su historia.
La historia está plagada de mujeres que han dejado un legado imprescindible y cuyas vidas son un ejemplo de valentía y fortaleza en las que han podido superar muchos desafíos sociales y personales. Madam C.J. Walker, una mujer afroamericana que vivió en los Estados Unidos de finales del siglo XIX y principios del XX, es una de ellas.
De los campos de algodón al éxito empresarial
Madan C.J. Walker, cuyo nombre real era Sarah Breedlove, nació un 23 de diciembre de 1867 en Delta, Luisiana, un lugar donde en aquella época reinaba la esclavitud trabajando en los campos de algodón. Allí fue criada junto a sus cinco hermanos, siendo la primera de la familia en nacer en libertad tras la Proclamación de Emancipación (1863), que cambió el estatus legal federal de más de 3.5 millones de afroamericanos estadounidense de esclavos a libres.
La vida de Sarah no fue fácil en sus inicios: quedó huérfana a los seis años, entonces se mudó con su hermana mayor y su cuñado, Willie Powell, y con apenas 14 años se casó con Moses McWilliams para escapar del maltrato de Powell. Solo tres años después, con 17 años, nació su primera y única hija, Lelia McWilliams. Pero la suerte no duró mucho, a los 20 años enviudó.
Poco después se mudó a San Luis, donde vivían sus otros tres hermanos. En aquel entonces todos eran peluqueros y trabajaban en un salón de peluquería de la zona,. Ella, por su parte, se puso a trabajar en una lavandería para poder pagar los estudios de su hija.
La idea que lo cambió todo
Sarah, como muchas mujeres de la época, tenía problemas de pérdida de cabello. En aquella época era poco frecuente tener una higiene adecuada en el cuero cabelludo, la dieta era deficiente y muchas mujeres afroamericanas utilizaban productos poco recomendables para el cabello, como la sosa cáustica.
Gracias al aprendizaje que pudo recoger de sus hermanos peluqueros y a una gran capacidad para “hacerse a sí misma”, Sarah decidió experimentar y crear un producto para el cabello que solucionara el problema.
El resultado fue la creación de una línea de belleza para el cabello de las mujeres afroamericanas (encrespado y grueso) que ella misma testócomo prueba de los buenos resultados del producto.
Como el experimento funcionó, otras personas quisieron probarlo, y así, Walker comenzó su negocio de vender su revolucionario producto puerta a puerta. A los dos años, ya ganaba 150.000 dólares anuales, convirtiéndose en la primera mujer millonaria de EEUU hecha a sí misma, tal y como recoge Forbes.
Desde entonces el éxito empresarial de Sarah no paró de crecer. Por un lado llevó a cabo una estrategia empresarial maravillosa, por otro, supo aprovechar una coyuntura social perfecta: en aquellos tiempos el estereotipo de belleza femenina tenía que ver con las mujeres blancas y no existían productos de belleza dedicados a las mujeres negras. Gracias al trabajo de Madam Walker, muchas mujeres afroamericanas pudieron transformarse a sí mismas, tener más confianza y ser un poco más económicamente independientes.
Tanto es así que cuando murió, en 1919, su compañía, Madam Walker’s Wonderful Hair Grower, generaba 3 millones de dólares (cifras actualizadas) y empleaba a 40.000 personas, la mayor parte de ella mujeres afroamericanas de Estados Unidos, pero también de Cuba, Jamaica, Haití, Panamá y Costa Rica.
Pero Madan Walker no fue solo un ejemplo en el mundo empresarial, también participó en temas políticos luchando contra el sexismo y el racismo de la época. Llegó a formar parte del comité ejecutivo de la Protesta de la Marcha Silenciosa, una demostración pública de más de 8.000 afro-estadounidenses para protestar por los linchamientos que ocurrían en esos años y exigir justicia. Incluso justo antes de su muerte donó 5.000 dólares, equivalente a aproximadamente unos 65.000 dólares a valor actual, al fondo anti linchamiento de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color).
Su legado perdura hoy en día, de hecho sus productos se pueden encontrar a la venta en los establecimientos americanos de una de las cadenas de cosméticos más conocidas del mundo, Sephora.
«Soy una mujer que venía de los campos de algodón del sur. Desde ahí, ascendí a la tina, a la cocina y, finalmente, llegué por mí misma al negocio de fabricación de productos para el cabello. He construido mi propia fábrica en mi propio terreno». Esta es la frase que Madame Walker pronunció en julio de 1912 para explicar su trayectoria.
Una mujer que supo aprovechar el “sueño americano” y hacerse a sí misma.
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