Eva Levy es Socia Directora de Eva Levy & Partners y Senior Advisor de Atos. Posee una experiencia de más de 35 años en multinacionales, en las que ha tocado casi todos los sectores ocupando puestos de alta dirección. Es una firme defensora de la promoción laboral y la igualdad de las mujeres, habiendo colaborado en la elaboración del primer censo de mujeres elegibles para los Consejos de Administración en el año 2008 a raíz de la Ley de Igualdad. En ExcellentSearch abrió la División “Mujeres en Consejos y Alta Dirección”, muy innovadora y que ha sido replicada en varios países. Ha sido Presidenta de FEDEPE de junio de 2005 a junio de 2008 y actualmente es Presidenta de Honor de Women CEO, de la Plataforma de Mujeres Expertas (en cuyo nacimiento ha colaborado intensamente) y de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio España-Israel, que también contribuyó a crear. Es “cazatalentos” en búsqueda de mujeres para los Consejos de Administración y le interesan la conciliación, la racionalización de los horarios y el papel decisor de la mujer en el ámbito de la planificación financiera así como los temas relacionados con la jubilación de las mujeres. Madre de tres hijos que viven fuera de España, es una de las muchas “abuelas globalizadas” de estos tiempos, tal y como ella ha denominado.
Este mes de enero es el más negro desde 2006 en casos de violencia de género. ¿Cree que este aumento en las Estadísticas se debe a que las mujeres son más conscientes del problema, dejan de ocultarlo y denuncian más, o ha crecido el número de hombres violentos en nuestro país?
Este es un asunto muy complicado. Es una suerte que lo que siempre fue una lacra secreta –todavía lo sigue siendo- salga a la luz, lo aireen los medios (aunque hay dudas sobre el efecto contagio) y, sobre todo, se denuncie. La crisis ha podido empeorar la situación en los grupos más vulnerables y entre quienes toleran mal las frustraciones, la pérdida de estatus, etc. De todas formas, pienso que deberíamos afinar mucho en este tema, reforzar los medios de prevención y de asistencia y comprometernos personalmente cuando sospechamos que hay malos tratos, cualquier tipo de malos tratos, de forma que al menos los afectados sepan que hay alguien que se interesa, aunque no sean capaces de reaccionar en ese momento.
La violencia machista es muy específica, pero no se ejerce únicamente en el seno del hogar y hay otro tipo de violencias, absolutamente intolerables, que pueden generar futuros víctimas/verdugos. Pensemos en el acoso escolar, pensemos en la presión que se ejerce sobre muchas chicas jóvenes, pensemos en la violencia que muchos hijos ejercen sobre sus padres, pensemos en la violencia sobre los ancianos, incluso sobre maestros y personal sanitario… Insisto en que la violencia machista tiene un recorrido muy concreto que debemos plantearnos, pero ese mecanismo del aislamiento que utilizan los maltratadores para que la mujer se quede sin recursos y sin voz para defenderse, también aparece en otros muchos casos. De ahí lo de estar atentos y no pasar cuando sospechamos algo. Y de ahí la necesidad de que reflexionemos y debatamos con realismo sobre estas cuestiones y qué medios debemos poner. No soy partidaria de la censura, pero hay algunos programas de televisión donde –si pensamos en la violencia machista- las chicas que aparecen son una caricatura lamentable, rodeadas de chicos penosos. Pero puede que representen unos valores para niñas que no tienen la suerte de un entorno favorable y aceptan esa degradación como lo normal. Es inquietante que los chicos jóvenes consuman tanta prostitución, es inquietante que tantas chicas jóvenes se sometan a cualquier cosa para ser aceptadas.
Siguiendo la estela de la pregunta anterior, los últimos estudios indican un gran aumento de violencia de género entre adolescentes y jóvenes. ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos para que no sean víctimas ni verdugos?
La igualdad, con la independencia que procura a la mujer, ha generado, qué duda cabe, un rearme del machismo entre los hombres más inseguros, sean jóvenes o viejos. Por eso me gustaría que insistiésemos mucho en armar a las niñas de seguridad y autoestima, para que no caigan en trampas y si caen –a todos nos pueden engañar- sepan pedir ayuda o salir rápidamente. Por otro lado, está estudiado que los niños que han vivido la violencia en casa (63,3% de las victimas afirman que éstos presenciaron los malos tratos o los escucharon) desde la infancia hasta la adolescencia tienen más posibilidades de repetir los roles de maltratador/maltratada, sobre todo –en mi opinión- si no ven una reacción social y una condena que ponga las cosas en su sitio, de forma que los niños no distorsionen los roles de los hombres y las mujeres. De ahí la importancia de estar atentos y ayudar a las víctimas antes de que su situación se cronifique. Y luego están los peligros del multiculturalismo y otros ismos mal entendidos. Buena parte de la inmigración que tenemos viene de países donde la violencia de género está muy arraigada. Pegar a la mujer y a los hijos es algo absolutamente normal. No permitamos esa dinámica, ni el aislamiento de esas mujeres, aunque haya que encontrar formas de cambiar las cosas que no sean contraproducentes.
Me parecen importantes las campañas de sensibilización en las escuelas para que los jóvenes entiendan que el control y la dominación nada tienen que ver con el amor. También acciones destinadas a los adultos. En cualquier caso, yo creo mucho en el ejemplo familiar y en la importancia del respeto de unos por otros en el ámbito doméstico. Es difícil que quien se ha educado de esa manera forme parte de los maltratadores o de las maltratadas…
Carolina Bescansa ha llevado el debate sobre la conciliación a las Instituciones, pero: ¿Su actuación tendrá consecuencias positivas o negativas para las madres trabajadoras? ¿Ha fomentado o ha caricaturizado el debate?
No creo que tenga consecuencias pues no ha conseguido el apoyo de ningún movimiento feminista. La coartada de la conciliación que ha querido vendernos, en este caso no cabe, porque conciliar no tiene nada que ver con llevarse al niño a trabajar. No es la solución y eso lo sabemos todas las que trabajamos y tenemos niños. ¿Nos llevaríamos también a un familiar dependiente? ¿Nos llevaríamos la plancha? Ha sido un gesto poco afortunado y un flaco favor a las mujeres porque además esta persona es poco representativa de las mujeres más castigadas por las obligaciones familiares y laborales.
Según las encuestas de empleo, las mujeres ocupan el porcentaje más alto de trabajos de media jornada y son más numerosos los casos de solicitud de reducción de jornada que en hombres. ¿Tenemos un problema de delegación de las responsabilidades para con los hijos o es que carecemos de ayuda por parte de nuestras parejas? ¿Cómo podemos solucionarlo?
Es un problema de difícil solución. La mujer se llevará siempre la peor parte debido a la brecha salarial que no se erradica. Si por cuidar a dependientes (hijos o mayores) uno de los dos en la pareja tiene que reducirse la jornada, obviamente será la mujer, que gana menos, la que opte por ella. Criar hijos en España es difícil. Las guarderías son muy caras y si dejas al niño más horas del horario standard has de pagar importes extras, lo que no está al alcance de todos. Los maridos/parejas asumen cada vez más funciones, pero la mujer duplica las horas del hombre en el cuidado de los hijos y mantenimiento del hogar. Y si la mujer reduce su jornada, se juega su carrera profesional y también la pensión, que quedará muy mermada. Este es un asunto que requiere una seria reflexión de la sociedad, sin demagogias, y con una calculadora en la mano sobre lo que perdemos todos.
Desde hace unos años, el número de licenciadas supera al de licenciados. Si estamos igual o mejor preparadas que los hombres, ¿por qué nuestras carreras llegan hasta la mitad de la pirámide? ¿Somos menos ambiciosas o existen techos de cristal para nosotras? ¿Cuáles pueden ser las razones de no llegar a la cúspide?
El no ascender a la cúspide ya no se debe a la formación, pues más de la mitad de los titulados son mujeres y a menudo con notas brillantes. A partir de un determinado nivel de la pirámide los puestos se reducen (jefes/directores…) y se reducen para todos. Ahí empieza la lucha de poder. Las mujeres hasta ahora han vivido ajenas a todo esto y han creído ciegamente en la meritocracia, descuidando su visibilidad, su networking y un mejor entendimiento de lo que es una empresa y de las estrategias que hay que desplegar en cada momento para ir ascendiendo.
Una de las medidas que han adoptado muchas empresas e instituciones ha sido establecer un sistema de cuotas, asignando un porcentaje mínimo de participación femenina en puestos de responsabilidad. ¿Esto es positivo para la mujer? ¿Qué ventajas/inconvenientes puede suponer? ¿Cree que los Consejos de Administración deberían estar compuestos por los más preparados, independientemente de su sexo o hay que garantizar la igualdad?
Se llamen cuotas u objetivos, la realidad es que partimos de un gran desequilibrio de género en los puestos de decisión y que para paliarlo se necesitan leyes, medidas temporales. No hay que confundir cuotas y méritos. Los méritos los tienen hombres y mujeres con la diferencia de que las mujeres se encuentran con muchas trabas para poder ascender. Hay sin embargo tendencia a oponer cuota a mérito. Se trata de dar una oportunidad a las mejores, no de “colocar” mujeres en una estructura. Yo, como persona que lleva años luchando por conseguir una presencia de género adecuada en los puestos de decisión, creo que es muy importante que se incluyan automáticamente, en la selección de consejeros independientes o de altos ejecutivos, perfiles adecuados de mujeres. Abundan los perfiles femeninos excelentes y con méritos sobrados para estar en esos puestos.
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