Decisiones laborales que afectan a tu familia. ¿Qué hacer?

Hay momentos en la vida en los que tenemos que tomar decisiones importantes. Algunas de estas decisiones, aunque formen parte de tu vida profesional, afectan a tu vida personal e incluso implican un cambio para tu familia. ¿Cuál es la mejor forma de actuar en estos casos?

Seguro que alguna vez en la vida te has encontrado ante una de esas situaciones laborales en las que tomar una decisión no es sencillo, quizás todas las opciones te parecen buenas, o todo lo contrario, ninguna termina de convencerte. Pero la cosa no queda ahí, porque si solo dependiera de ti, todo sería más fácil, sin embargo hay veces en las que una decisión laboral implica un cambio que afecta a tu familia. ¿Qué hacer en esos casos?

Lo más normal es que sientas miedo, e incluso te quedes paralizado. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo afectará este cambio de trabajo a mi familia? ¿Cómo me voy a ir a vivir a otra ciudad? ¿Seré capaz de gestionar mi tiempo y disfrutar de mi familia? ¿Podré dar la talla en ese nuevo trabajo y prestar atención a mis hijos al mismo tiempo? ¿Cómo voy a emprender ahora con la situación que tengo en casa?… La lista de preguntas es interminable.

Es habitual evadir la toma de decisiones, postergar lo importante para otro momento y evitar hacernos preguntas que nos causan estrés, ansiedad o incertidumbre. Pero hay preguntas que no pueden eludirse. Además, fingir que no existen no es bueno, supone engañarnos a nosotros mismos y acomodarnos en el “más vale pájaro en mano…” y sobre todo, hay decisiones cruciales que hay que coger al vuelo, no valen los “para luego”.

En definitiva: ¿cómo tomar decisiones difíciles? Debemos saber que lo más seguro es que nunca tengamos una respuesta certera sobre qué es lo mejor y más si implica un cambio para nuestra familia. Sin embargo, es posible que, si miras muy dentro de ti, tengas la respuesta incluso antes de haber tomado una decisión de forma consciente. Como afirma Eduard Punset: “Si tenemos que tomar una decisión, es preferible dejarnos guiar por la intuición y no por la razón.”

Aun bajo esta premisa, el miedo es nuestro peor enemigo. Existen cuatro tipos de miedo que nos impiden tomar una decisión laboral significativa:

1.    Miedo al fracaso

Es una emoción muy humana: ¿y si me equivoco y todo va peor? El miedo a tomar una mala decisión siempre está ahí, sin embargo, el verdadero fracaso es no tomarla.

Si las cosas salen bien tanto tú como tu familia saldréis triunfantes y si salen mal, siempre podrás rectificar. El problema es no arriesgarse.

2.    Miedo al éxito

¿Y si me va tan bien que no tengo tiempo para dedicarme a familia? Aunque cada vez menos, este tipo de miedo está muy asociado a la mujer que, de alguna manera, se siente responsable del cuidado de hijos, padres u otros seres queridos. Tener éxito puede asustar, pero si haces las cosas con motivación seguro que sales ganando.

3.    Miedo a arrepentirme

Si no aciertas, siempre puedes rectificar. Aunque suene a topicazo: “Es mejor arrepentirse de lo que se hace que de lo que no se hace”. ¿Te imaginas vivir el resto de tu vida con la frustración de no haber hecho algo?

4.    Miedo al impacto económico

En realidad este es el más lógico de todos los miedos. Puede ser que un cambio laboral implique incertidumbre económica, que entre menos dinero en casa o incluso, para los emprendedores, que tengas que realizar una inversión monetaria con ciertos riesgos. Aunque es bueno que sopeses la situación con cierta frialdad y tengas un plan B si algo sale mal, no dejes que el dinero lleve todo el peso de tu vida.

Lo que nunca debemos olvidar a la hora de tomar una decisión profesional, es que sentirnos felices y satisfechos es importante. Además, cuando uno se siente bien, esa alegría se traslada a la familia fácilmente.

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Pilar Benítez, mujer todoterreno

Traductora jurada y amante del poder de la palabra