Son muchas y muy diversas las publicaciones que hablan de lo importante que es para nuestros hijos, el hecho de que nosotros como padres nos involucremos activamente en su educación, sin esperar que la escuela les enseñe todo lo necesario para el correcto desarrollo de su vida adulta. En estos artículos podrás encontrar desde los consejos más típicos a los métodos de enseñanza más innovadores, que suelen estar acompañados de los testimonios de padres y madres que ya los han probado y se encuentran más que satisfechos. Pero hoy no quiero poner el foco en todo lo que tú puedes enseñarle a tu hijo, sino en todo lo que él puede enseñarte a ti y que puedes aplicar en tu trabajo.
¿Qué he aprendido yo de mis hijos?
- He aprendido a poner en duda lo establecido: seguro que más de una vez os habéis enfrentado a la incesante retahíla de porqués de vuestros hijos. Preguntas que si son respondidas llevan a otras preguntas, en una cadena que suele terminar en un somero: “porque sí” por parte del progenitor. Sin embargo, esta curiosidad que a veces es exasperante, lo sé, me ha ayudado a replantearme las cosas que antes creía inamovibles. El “porque sí” ya no una respuesta válida en mi día a día, sino que trato de plantearme dos veces las cosas, sobre todo las que antes daba por sentadas. Cuando dudas, empiezas a ver las cosas de otras maneras y perspectivas, algo muy positivo en cualquier negocio.
- He aprendido que el futuro no existe como tal: muchas veces, cuando diriges una empresa, tu foco se centra tanto en el futuro, que te olvidas un poco del presente y su gran importancia. Pero cuando tienes hijos, te das cuenta de que el hoy es mucho más importante que el mañana por dos cosas principalmente. La primera de ellas es que les ves crecer casi día a día y eso es algo increíble. La segunda, que para ellos el paso del tiempo es diferente y lo entienden como algo necesario para poder hacer cosas de mayores. Y si aplicamos esta enseñanza al mundo de los negocios sabremos que el futuro solo es posible con una buena gestión del presente.
- He aprendido a no tener vergüenza: un niño simplemente se acerca a otro y le pregunta si quiere ser su amigo. Quizá nunca se vuelvan a ver, pero han coincidido en ese momento y lugar y pueden jugar juntos. Cuando te conviertes en adulto, muchas veces rechazas esas sinergias por vergüenza, pero también por prejuicios previos. Pero, ¿por qué deberíamos temer algo que puede aportarnos beneficios mutuos? Cada vez que voy a un encuentro de networking me lo tomo como mi hijo cuando hace amigos en el parque. ¡Y creedme que de esa forma, hacer contactos es realmente sencillo y gratificante!
- He aprendido que el tiempo vale oro: quizá es una enseñanza indirecta, pero es algo que aprendes mucho más cuando tienes hijos: el tiempo vale mucho, ¡muchísimo! Mientras que antes podías tener largas reuniones y comidas de trabajo con sobremesas que llegaban hasta la merienda, ahora tienes que medir los tiempos al minuto. Y es que si una reunión se alarga puede que no llegues a recoger a tus hijos al colegio o peor, que pierdas tiempo de estar junto a la familia. Así, es gracias a tus hijos que entiendes claramente qué significa conciliar.
- He aprendido a fluir e improvisar: todos los que tenemos hijos lo sabemos: cuando hay niños pequeños, es imposible ceñirse a un plan establecido. Una fiebre inesperada, una cacota a deshoras o una contestación en el momento menos oportuno… ¡uno no sabe lo que puede pasar! Tener hijos te enseña a fluir ya desde el embarazo. la flexibilidad de mente y la capacidad de improvisación y de adaptación a las circunstancias es una gran ventaja para la vida diaria.
- Y sobre todo, he aprendido a mirar el mundo con ojos nuevos: mientras crece, un niño va descubriendo poco a poco el mundo y tú puedes verlo a través de sus ojos. La rutina deja de ser tal, al ver nuevos detalles y aspectos que antes pasaban desapercibidos ante tus ojos. Descubres las cosas con ojos nuevos y se te ocurren nuevas ideas, nuevos negocios, nuevas oportunidades.
La paternidad es un proceso de enseñanza. Tus hijos aprenden de ti, pero tú también de ellos. Tus hijos otorgan a tu vida una nueva perspectiva que hace que aquello que ayer te parecía prioritario, quizá hoy no lo sea. De nuestros hijos podemos aprender muchas cosas, solo debemos saber verlas.
Pilar Benítez, mujer todoterreno
Traductora jurada y amante del poder de la palabra
Temas: