Las estadísticas demuestran que las mujeres siguen optando mucho menos que los hombres a puestos de responsabilidad. A medida que examinamos cargos de mando más alto, encontramos menos mujeres. ¿Acaso la mujer tiene menos ambición profesional? ¿Hay algo que acabe con la ambición profesional de una mujer?
¿Qué acaba con la ambición profesional de la mujer? NADA. Fin del artículo.
¡Ojalá fuera tan sencillo! ¿Verdad? Sin embargo me temo que este tema da para muchas más palabras…
Según los datos las aspiraciones femeninas para los puestos de alta dirección caen más de un 60% entre las mujeres a medida que avanzan en su carrera profesional. Dicho de otra manera, parece ser que con el paso de los años, las mujeres van perdiendo su ambición profesional. Un dato cuanto menos digno de ser estudiado.
A simple vista parece que puede tratarse de un claro problema de conciliación de la vida familiar, sin embargo, puede ser que el asunto sea más complejo: confianza, falta de referentes, necesidad de apoyo por parte de los jefes o incluso el sesgo y la percepción que tenemos del sector femenino.
Qué es la ambición laboral
Según la RAE, ambición significa:
- f. Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama.
- f. Cosa que se desea con vehemencia. Su mayor ambición es vivir en el campo.
Como verás, la palabra deseo aparece en ambas acepciones. ¿Qué hay de negativo en desear?
Desear, creo firmemente, no es malo, sin embargo, cuando hablamos de “ambición” quizás todo se tiñe de un prejuicio negativo. Como si de alguna manera se diera por hecho que aquel ambiciona (más aún si es una mujer), es capaz de hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiere, tanto más en el ámbito profesional.
No hay nada que diga en el significado de esta palabra que una persona ambiciosa es capaz de pasar por encima del bienestar ajeno para lograr sus objetivos.
Por tanto, vamos a dejarlo claro desde ya: ser ambicioso no es querer ganar haciendo trampas.
La renuncia profesional de la mujer
Lo que confirman los datos, volviendo al tema, es que son muchas -y lo han sido a lo largo de siglos- las mujeres que renuncian a una carrera brillante y a la necesidad de perseguir sus sueños profesionales por los motivos que sean.
¿Cuáles son esos motivos? ¿Por qué se sigue perpetuando una diferencia profesional tan marcada entre hombres y mujeres? ¿Qué nos hace renunciar a lo que queremos profesionalmente?
La falta de conciliación entre la vida laboral y familiar
La realidad es que muchas mujeres siguen viendo truncada su carrera profesional cuando son madres.
La maternidad supone un inevitable parón en términos biológicos para la mujer, pero… ¿Qué pasa después del embarazo y del parto? ¿Por qué sigue siendo la mujer la responsable del cuidado de hijos y familiares pasado el tiempo que marca la biología?
Lo cierto es que más de la mitad de las mujeres antepone el cuidado de la familia al interés y tiempo que dedica a su trabajo.
En la mayoría de los casos son ellas las que se encargan de la vida familiar, al tiempo que mantienen su trabajo, lo que es una agotadora jornada a tiempo completo que finalmente hace que la balanza se incline a uno de los lados: la familia.
El estrés y la carga emocional
En línea con lo anterior, los datos dicen lo siguiente: el 80% de los españoles sufren estrés por motivos laborales; es decir, a causa de las tensiones producidas en el trabajo. Ahora bien, el género más afectado en este sentido, es el femenino. Además, en España las mujeres padecen más depresión que los hombres (9,2% ellas frente al 3,7% de ellos).
Falta de referentes y apoyo
La mujer que decide ser ambiciosa en su trabajo, seguramente sepa que es un camino que por lo general debe recorrer en solitario. Por un lado apenas existen referentes femeninos sobre los que pueda seguir los pasos, por otro lado, el apoyo de cargos más altos, jefes o políticas de empresa es escaso o nulo.
El sesgo de género
Hay veces en la que de forma inconsciente damos por hecho que una mujer (sea en carne propia o ajena) no tiene la aptitud o capacidad para llegar más alto profesionalmente. Por absurdo que parezca, este puede ser un motivo de peso para que una mujer no consiga subir puestos en la pirámide de una empresa: nadie cree en que pueda hacerlo, a veces, ni ella misma lo cree.
¿A qué estamos esperando para creer en nosotras y cumplir nuestros sueños?
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