Emprender es una decisión que implica a todos los aspectos de tu vida. No solo se trata de trabajar en un negocio propio sino de un cambio en tu mentalidad, de un cambio de paradigma, de la adquisición de nuevos hábitos y por supuesto, de una determinada actitud frente a todo. Cuando emprendemos un negocio, los aspectos externos, la oportunidad y la suerte son importantes, pero también es necesario tener en cuenta quiénes somos, cómo estamos y qué hacemos nosotras como empresarias. Aunque no existe una varita mágica del éxito, estas son algunas de las prácticas que te harán mejor empresaria.
¿Cómo se puede ser una empresaria de éxito? Lo cierto, es que no tengo la solución, solo sé que el emprendedor tiene que ser una persona dispuesta a cuestionarse, a rehacerse, a replantearse, persistente, perspicaz y en las ocasiones que lo requiera, algo “cabezota”. Montar un negocio propio no es como tener un trabajo más, tú trabajo no termina cuando vuelves a casa, no puedes esperar un sueldo y olvidarte de todo: no eres un empleado. En cierto modo el emprendedor está hecho de una madera especial y debe saber poner en práctica todas las armas necesarias en cada momento. Un empresario, no es tal por tener una empresa, sino por contar con una determinada actitud ante la vida, y a pesar de todo, seamos claros, esto no te asegura el éxito en el negocio, ahora bien, lo facilita.
Estas son algunas de las prácticas que te harán mejor empresaria:
Invierte en ti por encima de todo
Voy a recurrir a la conocida frase: “Es necesario salir de tu zona de confort”. Para ser una buena empresaria, no debes centrarte solo en el negocio, el gran desafío es apostar por el desarrollo personal, expandir tus horizontes, agrandar tus límites. El “no puedo”, no es una expresión hecha para una empresaria, si algo no se sabe hacer, se aprende cómo conseguirlo. Busca maneras para crecer y aprender, para ser constantemente una mejor versión de ti misma.
Mantente motivada
Tener momentos bajos es humano y necesario, tanto a nivel personal como a nivel empresarial, ahora bien, no te debes dejar desfallecer por los obstáculos. Un obstáculo puede ser un desafío, un motivo de cambio para que las cosas vayan aún mejor. Ya sabes: “Está permitido caerse, pero levantarse es obligatorio”.
No te desenfoques
La dispersión es uno de los grandes problemas del emprendimiento. De repente has dado con una idea maravillosa, pero antes de llevarla a cabo ya estás con otras cinco rondando por la cabeza. ¿El resultado? Al final ni una cosa, ni la otra. No se puede hacer todo a la vez, así que, mejor céntrate en una sola cosa y cuando “empieza a andar sola”, sigue ideando si quieres, no antes.
Fija objetivos y estrategias
¿Podemos conseguir algo si no pensamos en el qué y el cómo? La respuesta es obvia: No. No estoy hablando de que caigamos en el error del inmovilismo como resultado de la revisión constante de tu plan de empresa, pero tampoco podemos ir como “pollo sin cabeza” sin pensar en lo que queremos y en cómo vamos a conseguirlo, es decir, sin fijar objetivos y estrategias empresariales para lograrlos.
Termina lo que empiezas
Esto tiene mucho que ver con la idea anterior de estar enfocado. Las cosas que dejamos sin terminar son fugas de energía. Cuando dejamos una tarea a medias, en el fondo a la siguiente cosa que hacemos, no le estamos dedicando toda la atención que se merece. Otro de los grandes problemas de no acabar lo que empiezas es que será más difícil que veas resultados, mejor o peor, un trabajo terminado es un nuevo paso para seguir avanzando, y en cuestiones empresariales no se trata de dar vueltas en círculo sino de hacer una carrera de fondo.
Aprende a delegar
La sobrecarga, el yo puedo con todo, es una clásico de todo emprendedor, sin embargo, no hay nada que puede mermar más el éxito de una empresa que el no aprender a delegar. Debemos confiar en que, aunque importantes, no somos imprescindibles, ni podemos estar en todo. Siempre es bueno subcontratar aquello que menos dominas o que te quita más tiempo, supervisarlo, pero no dejar que te quite tiempo de lo verdaderamente importante.
Disfruta de los éxitos, aprende los errores
A veces somos tan exigentes con nosotras mismas que no nos damos un respiro para descansar y disfrutar de los logros conseguidos. ¡Pues no! Que las cosas salgan bien tiene mérito, es fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro trabajo y tenemos, no el derecho, sino la obligación de disfrutarlo.
¿Y qué pasa si las cosas salen mal? Pues estás en el momento perfecto para aprender de ello, no hay nada más valorado en una empresaria que su experiencia.
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