La industria del porno
Aunque se trate de una de las industrias más poderosas y lucrativas del mundo, me atrevo a decir que la pornografía es una de las peores y más degradantes violencias contra la mujer.
Y es que, es un hecho que la industria del porno ha estado liderada históricamente por hombres, y lo que es peor, es una industria de hombres hecha para hombres.
Una industria misógina y machista conocida por sus múltiples polémicas y acusaciones por cosificar la figura de la mujer.
La mujer en el porno
La mayor parte del porno tiene una perspectiva predominantemente masculina, dejando a la mujer como un objeto de consumo, abuso y desecho.
Esto se convierte en un grave problema cuando millones de personas han crecido asimilando lo que veían en el porno como una realidad, pudiéndolo llevar después a la práctica.
Lo cierto es que lo que se muestra en el porno no es más que una realidad distorsionada e inexistente, que lo único que ha conseguido es cosificar la imagen de la mujer a lo largo de los años.
La oradora, escritora, cineasta y activista Jean Kilbourne, reconocida por su trabajo sobre la imagen de la mujer en la publicidad destacó que:
“Ver a alguien como un objeto es, casi siempre, el primer paso para justificar la violencia hacia esa persona”
Por ello, la cosificación sexual femenina fomentada y normalizada por la industria pornográfica ha desempeñado un importante papel en la existencia de la violencia sexual contra las mujeres alrededor del mundo.
¿Existe el porno feminista?
Gracias a aquellos que se atrevieron a denunciar las realidades distorsionadas que ofrecía el porno a la sociedad, algunas mujeres decidieron alzar la voz para expresar sus puntos de vista, realizando trabajos que les han permitido hacerse un hueco en este mundillo tradicionalmente dominado por hombres.
En los últimos años, el número de productoras de pornografía alternativa ha aumentado considerablemente, basando sus producciones en el concepto del empoderamiento femenino.
Erika Lust, pionera del porno feminista
Erika Lust es una cineasta, guionista, productora y pionera en el movimiento de pornografía feminista desde el 2004. De origen sueco, pero afincada en Barcelona, Lust se interesó por el papel de la mujer en la industria del porno cuando estaba cursando Ciencias Políticas en la Universidad de Lund, centrándose en estudios de género, es decir, en las relaciones de poder existentes entre hombres y mujeres en la sociedad.
Desde entonces, Erika quiso dar una vuelta de tuerca a la industria ofreciendo una alternativa a la pornografía tradicional, rompiendo con el esterotipo de la sumisión y reflejando un sexo más real. Desde su primera producción en 2004, Erika dirige y produce películas para adultos con un enfoque feminista. Es decir, películas en las que la mujer no solo sirva como un objetivo sexual, sino que cuenten una historia real sin ser cosificadas.
El objetivo de todas sus producciones radica en acabar con el estigma asociado al cuerpo femenino, mostrando la importancia del placer femenino:
“Las mujeres quieren ver a otras mujeres disfrutando y viviendo libremente de su sexualidad”
Erika apunta que prefiere hablar de su trabajo como “pornografía alternativa”, ya que la palabra “pornografía” está claramente asociada a unos valores que no representan su trabajo como mujer.
“Siempre he dicho que soy feminista y, naturalmente, mis valores se inyectan en todo lo que hago”
En sus más de cien cortometrajes de “porno feminista o alternativo”, Lust busca profundizar en un porno más humano, íntimo y real, reivindicando el papel de la mujer en la sociedad, y haciendo a la par una crítica y una llamada al cambio dentro de la industria cinematográfica.
¿Qué piensa realmente el movimiento feminista sobre este tipo de porno?
Son muchas las mujeres feministas que no están de acuerdo o no comparten la existencia del “porno feminista”.
Muchas mujeres se acogen al argumento del trato vejatorio, apelando a que la industria lo fomenta. Además de esto, otras tantas lo llegan a comparar con el debate de la prostitución, diciendo que no es posible que una mujer haga porno o se prostituya en total libertad hasta que la igualdad real entre hombres y mujeres en la sociedad sea una realidad.
Además, apelan a que el porno es la principal fuente de educación sexual de muchos jóvenes y adolescentes, que se creen todo lo que ven, y lo asimilan como propio para después reproducirlo en la vida real, fomentando la violencia directa e indirecta contra la mujer.
En definitiva, la existencia de un porno “feminista o alternativo” es una realidad a día de hoy. Están los que lo apoyan y los que se muestran contrarios a este tipo de formatos, por lo que solo nos queda ver si realmente la creación de este tipo de contenidos ayudará en la lucha contra la cosificación de las mujeres en esta industria tan controvertida.
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