Son muchas las veces que un pequeño obstáculo en nuestro camino hace que nos desanimemos tanto que nos cueste un mundo volver a retomar nuestro trabajo. Pero hay muchas personas que han tenido una vida mucho más complicada que nosotros y que han sabido sobreponerse, luchando cada día por lograr aquello con lo que soñaban. Y Helen Keller es un claro ejemplo de ello.
¿Quién fue Helen Keller?
El 27 de junio de 1880 nacía en Tuscumbia, un pequeño pueblecito del Estado de Alabama, Helen Adams Keller. Era el comienzo de una vida que pronto se torcería, pues con tan solo diecinueve meses Helen sufrió una enfermedad, entonces desconocida, pero que marcaría totalmente su vida: la meningitis. Fueron muchos los días en los que se temió por la vida de la pequeña, pero poco a poco la fiebre que sufría bajó y Helen se recuperó.
Sin embargo, pronto los padres de Helen vieron que aunque su hija había salvado su vida, lo había hecho con graves secuelas. La niña había perdido la vista y el oído, lo que provocó que tampoco pudiese desarrollar el habla.
Estas dificultades hicieron que Helen se valiese del tacto y el olfato para tratar de superar la carencia de sus otros sentidos. La niña olía todo lo que había a su alrededor y tocaba a todas las personas que se le acercaban, en un intento de entender e imitar los gestos y movimientos que estos realizaban. Pero Helen, que estaba frustrada por su situación, se volvió pronto una persona agresiva. Por ello, su familia recurrió a la educación, algo que salvó su vida y la convirtió en todo lo que fue.
La importancia de la educación en la vida de Helen Keller
La buena posición económica de la familia Keller permitió que contactasen con el inventor Alexander Graham Bell, que estaba desarrollando tecnología especial para sordomudos. Gracias a Bell, conocieron a Anne Sullivan, una profesora del Instituto Perkins para ciegos que cambió para siempre la vida de la pequeña Helen.
Anne Sullivan fue la persona que acompañó a Helen desde los siete años y la responsable de que aprendiese a comunicarse mediante el lenguaje de signos, algo que Helen le agradeció de por vida, pues acabó con la soledad que sentía. Pero la niña tenía ansias de seguir instruyéndose y, gracias a Sullivan, aprendió a escribir y leer en braille, a leer los labios gracias al tacto, y a hablar gracias al método Tadoma.
El papel de Helen en la historia
Helen sabía que, como ella, había una gran cantidad de niños. Muchos de ellos no tenían las mismas oportunidades que ella por falta de recursos económicos. Por ello, a los catorce años creó, junto a Anne, un instituto para sordos. Pero ahí no terminó su afán por ayudar, sino que apoyó luchas feministas y sociales, afiliándose incluso al Partido Socialista.
Finalmente, Helen decidió convertirse en escritora y, gracias a su primera obra (una autobiografía), comenzó a ganar fama mundial. Eso le permitió desarrollar mucho más su activismo político, siendo su apoyo a los derechos de los trabajadores y su oposición a la Guerra los actos que más notoriedad le otorgaron, aunque con el paso de los años este activismo se fue limitando únicamente a tratar de mejorar la situación de personas con algún tipo de discapacidad.
Helen comenzó a dar clases en la Fundación Americana para Ciegos, además de ser nombrada embajadora de la American Foundation for Overseas Blind y vicepresidenta del Real Instituto para Ciegos de Gran Bretaña, trabajos que le permitieron viajar por todo el mundo transmitiendo su mensaje, hasta que murió a los ochenta y siete años.
Seguro que alguna vez has oído la historia de Helen Keller, pues ha servido de inspiración para múltiples películas y documentales, pero nunca está de más conocerla a fondo y para darte cuenta de que cualquier problema se puede afrontar con éxito si luchas y trabajas para conseguirlo.
Pilar Benítez, mujer todoterreno
Traductora jurada y amante del poder de la palabra
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