El graduado, una película imprescindible

El graduado y la sensualidad de la madurez

Si pensamos en la película El graduado (The graduate, 1967), de Mike Nichols, la imagen de la sensual pierna de la señora Robinson (Anne Bancroft), viene a nuestra mente de forma inmediata. Esta película marcó un antes y un después en un tema que hasta entonces resultaba tabú: que una mujer madura pudiese estar con alguien de menor edad. Por eso, hoy quiero dedicarle un pequeño homenaje y recordar esta película de visionado obligatorio.

¿De qué trata El graduado?

La película El graduado narra la historia de Benjamin Braddock (Dustin Hoffman), un joven que acaba de terminar sus estudios universitarios y regresa a casa con cierto sentido cínico de la sociedad en la que vive. En este regreso se reencuentra con una antigua amiga de la familia, la señora Robinson, con la que empieza una relación amorosa que se complica cuando Benjamin conoce a Elaine Robinson (Katharine Ross), la hija de su amante.

Una historia realmente peliaguda si tenemos en cuenta que en los años 60, todavía la sociedad americana estaba regida por un fuerte conservadurismo. En estos momentos, no solo era un escándalo que una mujer tuviese un affaire, sino que se empeoraba si su amante era un joven. ¿Y que una madre y una hija pudiesen llegar a estar con el mismo hombre? Algo imposible.

Una misma película, diferentes formas de entender la sexualidad

Cuando Benjamin regresa a casa después de la Universidad, lo hace con un mayor sentido crítico de las cosas y la sociedad, pero en definitiva, sigue siendo un chico, un joven inocente que se queja y critica cosas que realmente no entiende porque no ha vivido. Por otra parte, tenemos a la señora Robinson, que se encuentra en un momento de su vida en el que la monotonía es clara y busca algo diferente, excitante. Y la tercera en discordia es Elaine, una joven que todavía tiene toda la vida por delante y mira al futuro sin el cinismo de su madre y Benjamin.

Para muchas personas, la señora Robinson se aprovecha de la inocencia de Benjamin para convertirle en su amante. Sin embargo, Benjamin encuentra en la señora Robinson a una mujer que le enseña la sexualidad de una forma totalmente diferente a lo que una chica de su edad podía hacerlo. Elaine representa la ilusión del primer amor, esa ingenuidad con la que empiezas tu primera relación. Pero la señora Robinson representa el amor más sexual y maduro, sabe lo que quiere y va a por ello. Nadie se aprovecha de nadie, sino que encuentran en el otro lo que buscan.

Y con respeto a la señora Robinson, lo cierto es que personajes de estas características son difíciles de encontrar tanto en televisión como en cine. Parece que las mujeres de cierta edad están destinadas a interpretar el papel de “madre de”, un aporte siempre secundario. Pero la señora Robinson es un personaje tan fuerte como independiente, tan sexual como elegante. En muchos aspectos quizá no puede competir con su hija, pero en otros tantos sí. Porque es sexy y tiene experiencia, porque entiende mucho mejor las críticas y aspiraciones de Benjamin y porque ofrece una relación sin ataduras, pero muy excitante. Por supuesto que una mujer de cuarenta años no entiende la sexualidad de igual forma que una de veinte, pero eso no significa que su sexualidad sea un tabú o deba ser olvidada, como pasa en muchas películas de Hollywood.

Esta película sigue hoy en día más vigente que nunca, pues todavía rechinan muchos dientes cuando una mujer madura aparece con un hombre de menor edad. Sin embargo, la sexualidad sigue formando parte de la vida de las mujeres, evolucionando con nosotras según vamos cumpliendo años. Y tratar de ocultarlo es algo imposible.

Pilar Benítez, mujer todoterreno

Traductora jurada y amante del poder de la palabra