Casi de madrugada

Casi de madrugada

Siempre que escucho Pearl Jam me viene a la mente la misma escena.

Es una noche de verano. Son las fiestas del pueblo de mi amiga. Noche-ya-casi-madrugada. Hay un chico, un coche, muchos besos y un amanecer perezoso mientras de fondo suena Alive.

No recuerdo el nombre del chico, así que no puedo buscarle en Facebook, ni en Linkedin. Recuerdo su sonrisa y que era el mejor amigo de mi amiga. Recuerdo lo que hablamos, recuerdo su coche rojo y sus ojos azules inmensos, recuerdo compartir una cerveza y unos cigarrillos, recuerdo su voz ronca y la voz de Eddie Vedder cantando Jeremy, cantando Just a Girl. Para mí siempre tiene 20 años, y yo siempre tengo 20 años, y es verano, y son las fiestas, y está casi amaneciendo sobre el capó de su coche rojo y sus ojos infinitos.

No le he vuelto a ver. Tampoco he vuelto a ese pueblo y mi amiga hace tiempo que dejó de serlo. Pero cada vez que escucho Pearl Jam vuelvo a tener 20 años y pienso en ese chico, y en ese verano en el que lo que teníamos por delante eran noches-largas-casi-amaneceres, fiestas de pueblo, minis compartidos, y besos, muchos besos, y promesas, y un futuro casi sin estrenar, en el que no existían palabras tales como “hipoteca”, o “cólicos”, o “deadline”. En el que Pilar era Pili y todo lo que necesitaba para fiarse de alguien era saber que era amigo de su amiga. Eran días de inocencia, almidonados y puestos a secar con tanto orgullo que resultaban casi insultantes. Eran despreocupados y musicales. No había resaca ni cansancio ni dioptrías ni gafas de cerca. Había chicos, besos, coches rojos y amigas. Había Pearl Jam, Foo Fighters y Nirvana. Había pieles de gallina, lenguas, mariposas en el estómago. Había conciertos en los que lo peor que te podía pasar era que perdieras el bolso. Había viajes en avión, y mochilas, y fumar en la parte de atrás de los medios de transporte, y pedir que te dejaran viajar en el cockpit porque, “¿sabe usted, señora azafata? Mi trabajo de fin de carrera es de terminología aeronáutica.”

No sé dónde estás ni cómo te llamas, así que para mí siempre tienes 20 años, y no te veo en Facebook calvo y cargado de hijos, sino con las manos al volante de tu coche rojo, mientras te ríes y me miras y la carretera nos lleva hasta las estrellas, y la cabeza nos da vueltas de emoción y nervios y sexo y risas.

No quisiera volver a verte ni encontrarte, ni saber cómo te va, porque quiero para siempre ese recuerdo perfecto de esa noche perfecta de ese verano perfecto, y porque para mí eres siempre el chico de Pearl Jam, y me sorprende, pero me encanta, ser capaz de atesorar ese instante efímero de la existencia en el que tú y yo convergimos y nos convertimos, ya para siempre en mi recuerdo, en letra y música.

Sheets of empty canvas

Untouched sheets of clay

Were laid spread out before me

As her body once did

All five horizons

Revolved around her soul

As the earth to the sun

Now the air I tasted and breathed

Has taken a turn

Oh and all I taught her was everything

Oh I know she gave me all that she wore

And now my bitter hands

Chafe beneath the clouds

Of what was everything

Oh the pictures have

All been washed in black

Tattooed everything

I take a walk outside

I’m surrounded by

Some kids at play

I can feel their laughter

So why do I sear

Oh, and twisted thoughts that spin

Round my head

I’m spinning

Oh, I’m spinning

How quick the sun can, drop away

Black – Eddie Vedder, Pearl Jam

 

 

Pilar Benítez, mujer todoterreno

Traductora jurada y amante del poder de la palabra

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