Hace casi seis años que Elizabeth Taylor nos dejó, pero en nuestra memoria siempre quedarán sus películas, repletas de escenas en las que plasmó la elegancia y delicadeza de su actuación. Hoy quiero hacerle un pequeño homenaje repasando su vida, a través de sus mejores momentos, pero también de los peores, pues supo sobreponerse a todo lo que le sucedió, siendo ejemplo de mujer luchadora (¡como a mí me gustan!). ¿Empezamos?
De niña prodigio a estrella de Hollywood
Elizabeth Rosemond Taylor nació el 27 de febrero de 1932 en Londres, Reino Unido. Sin embargo, sus dos padres eran estadounidenses, lo que provocó que muy pequeña partiese hacia los Estados Unidos y empezase su carrera como actriz. Con tan solo diez años Elizabeth empezó a acudir a castings cinematográficos, su primer papel en el corto There’s One Born Every Minute. Su buen hacer dentro de este corto, le permitió acceder a nuevas oportunidades, ahora en forma de largometraje. De esta forma, con Lassie y National Velvet, su carrera como actriz empezó definitivamente.
Los papeles en películas hollywoodienses se seguían acumulando, pero eran roles de cierta frivolidad que no alcanzaban a demostrar la valía de Taylor como actriz. Sin embargo, por fin consiguió su primer papel de relevancia tanto de público como de crítica: El padre de la novia. Al igual que ocurrió con el corto que protagonizó, esta película no fue sino la punta de lanza de otras películas que hoy recordamos como clásicos. Por ejemplo, Gigante o Cleopatra son dos claros ejemplos.
Cleopatra fue la película que la encumbró a la fama mundial y por la que llegó a cobrar la astronómica cifra de un millón de dólares, pero con esta película también empezaron a verse algunas de sus manías y de los caprichos que la fama le provocó. Además, su salud empezó a resentirse a causa, en parte, de su tumultuosa vida personal.
Las sombras de un mito cinematográfico
Tras los Óscars recibidos por su actuación en Una mujer marcada y ¿Quién teme a Virginia Woolf?, la vida artística de Elizabeth Taylor no podría haber ido mejor. Por el contrario, su vida personal transcurría por caminos muy diferentes. Taylor confesó en una entrevista que su educación hizo que entendiese que amor y matrimonio van de la mano, algo que hizo que se casase hasta ocho veces. Este hecho unido a su gran belleza, hacia que Elizabeth Taylor pudiese conseguir a todos los hombres que quería. De entre todas sus relaciones, la más intensa y dolorosa de todas fue la que mantuvo con Richard Burton. Iban y venían en un cúmulo de escándalos, muchos de ellos sexuales, que no gustaban nada al conservador ambiente del Hollywood de la época, algo que le valió más de una crítica a la actriz.
Pese a todo esto, Elizabeth Taylor consiguió hacer valer su trabajo por encima de su vida personal. Y cuando en Hollywood ya no encontraba papeles tan potentes como antes a causa de su edad y de que la meca del cine no sabe cómo generar papeles importantes para mujeres maduras, encontró su sitio en Broadway. Unas últimas actuaciones que dieron paso a una mayor presencia en los medios como activista a favor de las personas infectadas con el virus del VIH.
Elizabeth Taylor nos dejó el 23 de marzo de 2011, después de que su estado de salud empeorase de forma clara. Pero pese a su muerte, siempre nos quedarán sus películas, por supuesto, pero también su historia. La historia de una mujer con una belleza que asombró a Hollywood y con unas dotes artísticas que convencieron a los críticos cinematográficos. La historia de una mujer que amó de forma apasionada sin pensar en el qué dirán y resurgió de todas sus caídas con una fuerza cada vez mayor. En definitiva, la historia de Elizabeth Taylor.
Pilar Benítez, mujer todoterreno
Traductora jurada y amante del poder de la palabra
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